Muerte por Éxito: El Ciclo de la Prosperidad y la Decadencia
La prosperidad lleva en sí misma la semilla de su propia destrucción. Esta paradoja, que he llamado “muerte por éxito”, explica uno de los ciclos más persistentes en la historia económica de las sociedades humanas.
El Ciclo de la Prosperidad y la Decadencia
El patrón es tan predecible como inquietante:
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Fase de austeridad y ahorro: Una generación, a menudo motivada por la escasez o las dificultades, adopta valores de frugalidad, trabajo duro y ahorro sistemático.
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Acumulación de capital productivo: Ese ahorro sostenido se invierte en bienes de capital (fábricas, tecnología, infraestructura, educación) que aumentan la productividad.
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Generación de prosperidad: Los bienes de capital incrementan la producción, generando abundancia y mejorando el nivel de vida.
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Cambio en los valores: La siguiente generación, nacida en la abundancia, no experimenta la escasez que motivó a sus padres.
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Transición del ahorro al consumo: Gradualmente, la cultura del ahorro es reemplazada por una cultura de consumo y gratificación inmediata.
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Descapitalización: El capital productivo comienza a consumirse en lugar de renovarse y ampliarse.
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Retorno a la escasez: La base de la prosperidad se erosiona, llevando de nuevo a condiciones de escasez.
Ejemplos Históricos
Este ciclo se ha repetido a lo largo de la historia:
Imperio Romano
- Fase de austeridad: Las virtudes republicanas de frugalidad y sacrificio
- Acumulación: Infraestructura, sistema legal, tecnología militar
- Prosperidad: Pax Romana, florecimiento del comercio y las artes
- Cambio de valores: Hedonismo, consumo ostentoso
- Descapitalización: Abandono de la disciplina fiscal, debilitamiento militar
- Resultado: Declive y eventual caída
Gran Bretaña Victoriana
- Fase de austeridad: Ética protestante del trabajo, ahorro e inversión
- Acumulación: Revolución industrial, infraestructura global
- Prosperidad: Dominación económica mundial en el siglo XIX
- Cambio de valores: Consumismo de la era eduardiana
- Descapitalización: Subinversión industrial, pérdida de ventaja competitiva
- Resultado: Declive relativo frente a competidores más austeros (EE.UU., Alemania)
Estados Unidos Post-Guerra
- Fase de austeridad: Generación que vivió la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial
- Acumulación: Inversión masiva en infraestructura, educación e industria
- Prosperidad: Dominación económica en los años 50-60
- Cambio de valores: Cultura de consumo de los Baby Boomers
- Descapitalización: Deterioro de infraestructuras, desindustrialización
- Resultado: Creciente desigualdad, estancamiento de la clase media
Las Razones Psicológicas del Ciclo
¿Por qué este ciclo es tan persistente? Existen varias razones profundamente arraigadas en la psicología humana:
1. La experiencia directa de la escasez moldea valores duraderos
La generación que experimenta escasez desarrolla hábitos de ahorro y prudencia financiera que se mantienen durante toda su vida. Estos valores surgen de la experiencia vivida, no de enseñanzas teóricas.
2. Es difícil transmitir valores no experimentados
Los padres prósperos intentan transmitir valores de frugalidad a sus hijos, pero estos mensajes compiten con la experiencia directa de abundancia. Las advertencias sobre “tiempos difíciles” suenan abstractas para quien nunca los ha vivido.
3. El consumo es más inmediatamente gratificante que el ahorro
El ahorro requiere sacrificar placeres presentes por beneficios futuros. Sin la disciplina forjada por la experiencia de la escasez, la tendencia natural se inclina hacia la gratificación inmediata.
4. La prosperidad crea la ilusión de permanencia
Después de décadas de crecimiento económico, se asume que la prosperidad es el estado natural de las cosas, no el resultado de decisiones y sacrificios específicos.
Romper el Ciclo: ¿Es Posible?
¿Estamos condenados a repetir eternamente este ciclo? Quizás no, si podemos implementar algunas medidas:
1. Educación económica práctica y vivencial
La educación puramente teórica no es suficiente. Se necesitan experiencias que simulen las consecuencias del ahorro e inversión a largo plazo.
2. Instituciones que protejan el capital de los impulsos cortoplacistas
Fondos soberanos, sistemas de pensiones bien diseñados y otras instituciones pueden proteger la acumulación de capital a través de generaciones.
3. Narrativas culturales que honren tanto la creación como el mantenimiento
Nuestras narrativas culturales suelen glorificar el consumo y la novedad. Necesitamos historias que celebren también la preservación y el mantenimiento del capital.
4. Sistemas que hagan visible lo invisible
El deterioro del capital productivo es a menudo invisible hasta que es demasiado tarde. Necesitamos métricas y señales que hagan visible este deterioro en tiempo real.
El Caso de España
España ofrece un ejemplo ilustrativo de este fenómeno. La generación que vivió la posguerra y el desarrollo de los años 60-70 fue extraordinariamente ahorradora. Acumularon viviendas, negocios y activos productivos con gran sacrificio personal.
Sus hijos, criados en una prosperidad relativa, han mantenido parte de esos valores pero con menor intensidad. Y los nietos, la generación actual, confrontan un dilema: han heredado activos considerables (principalmente inmobiliarios), pero en muchos casos carecen de la mentalidad de preservación y ampliación de ese capital.
El resultado ha sido predecible: un consumo creciente de los activos acumulados y una disminución de la inversión productiva. La vivienda, por ejemplo, ha pasado de ser un activo productivo (que se compraba para alquilar o como base para un negocio) a convertirse en un bien de consumo de estatus.
Conclusión: Consciencia y Elección
La “muerte por éxito” no es inevitable, pero evitarla requiere una comprensión profunda de este ciclo y medidas conscientes para contrarrestarlo.
Como individuos, podemos:
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Reconocer nuestro lugar en el ciclo: ¿Somos parte de una generación que consume el capital acumulado por nuestros predecesores?
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Cultivar conscientemente valores de creación y preservación: Incluso en la abundancia, podemos elegir la frugalidad productiva.
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Enseñar a través del ejemplo, no solo con palabras: Los niños aprenden más de lo que ven que de lo que se les dice.
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Buscar el equilibrio: Ni la austeridad extrema ni el consumismo desenfrenado son sostenibles. El objetivo debe ser disfrutar de los frutos del capital mientras se preserva y amplía su base.
La verdadera prosperidad sostenible no consiste en consumir el capital acumulado, sino en vivir de sus frutos mientras se mantiene y expande la base productiva para las generaciones futuras.
La elección, como siempre, es nuestra.