El Gran Espejismo: Cuando el Precio Más Importante No Es de Mercado
¿A que no adivinas qué precio funciona exactamente igual que en la antigua Unión Soviética? Te daré una pista: es el precio más importante de todos, el que afecta a todos los demás precios de la economía.
La respuesta: el precio del dinero.
La planificación central que nadie cuestiona
Es curioso cómo funciona el debate público. Se critica cualquier intervención estatal en los precios de la vivienda, los alimentos o la energía como “distorsiones del mercado”. Sin embargo, aceptamos con total normalidad que un comité de “expertos” decida el precio del dinero (los tipos de interés) en una sala cerrada.
Esto no es muy diferente a cómo funcionaba el Gosplan soviético, donde un comité central fijaba los precios de los bienes y servicios. La diferencia es que en este caso, el comité se llama Comité Federal de Mercado Abierto (en EE.UU.) o Consejo de Gobierno del BCE (en Europa).
Las mentiras fundacionales y sus consecuencias
El problema con la manipulación del precio del dinero es que obliga a construir mentiras cada vez más grandes para mantener la ilusión de que “todo va bien”. Este ciclo de distorsiones comenzó hace tiempo, pero veamos cómo se manifestó de forma dramática en la crisis de 2008:
Mentira #1: “Los tipos de interés artificialmente bajos no generan burbujas”
Después del estallido de la burbuja puntocom y los atentados del 11 de septiembre, la Reserva Federal bajó los tipos de interés al 1% durante un período prolongado. Esto inundó el mercado de dinero barato que buscaba rendimiento, inflando los precios de los activos, especialmente la vivienda.
Mentira #2: “El mercado inmobiliario nunca baja”
Con los tipos bajos, se promovió la idea de que invertir en vivienda era seguro. Los reguladores permitieron que los bancos redujeran sus requisitos de capital para préstamos hipotecarios, mientras las agencias patrocinadas por el gobierno (Fannie Mae y Freddie Mac) compraban hipotecas de riesgo.
Mentira #3: “La innovación financiera ha eliminado el riesgo”
Se crearon instrumentos financieros complejos (CDOs, MBS, CDS) que supuestamente distribuían el riesgo, pero en realidad lo ocultaban y concentraban. Las agencias de calificación, con conflictos de interés estructurales, otorgaban calificaciones AAA a productos tóxicos.
Mentira #4: “Es solo un problema del sector subprime”
Cuando comenzaron los primeros síntomas de la crisis, se insistió en que era un problema limitado al sector subprime. Ben Bernanke, presidente de la Fed, declaró en mayo de 2007: “No esperamos efectos significativos de los problemas del mercado subprime en el resto de la economía o en el sistema financiero”.
Mentira #5: “Los bancos son demasiado grandes para caer”
Cuando la crisis estalló completamente, se nos dijo que los bancos eran “demasiado grandes para caer” y que era necesario rescatarlos a costa del contribuyente. Se socializaron las pérdidas después de haber privatizado las ganancias.
Mentira #6: “La culpa fue de la desregulación y la codicia”
La narrativa oficial culpó a la “desregulación” y la “codicia” del libre mercado, ignorando convenientemente el papel central de los bancos centrales, las políticas gubernamentales de vivienda y la regulación que activamente incentivó el comportamiento arriesgado.
El precio más importante de todos
¿Por qué digo que el tipo de interés es el precio más importante? Porque:
-
Afecta a todos los demás precios: Cuando cambias el precio del dinero, cambias el valor relativo de todo lo demás.
-
Distorsiona la información temporal: El tipo de interés comunica información sobre las preferencias temporales de la sociedad (cuánto valora el consumo presente versus el futuro). Al manipularlo, se distorsiona esta información crucial.
-
Altera la estructura productiva: Tipos artificialmente bajos favorecen proyectos a largo plazo y de alto riesgo que no serían viables con tipos de mercado.
-
Redistribuye riqueza silenciosamente: Beneficia a los primeros receptores del nuevo dinero (típicamente el sector financiero y los más ricos) a expensas de los ahorradores y asalariados.
¿Qué ocurriría con tipos de interés de mercado?
El argumento a favor de la planificación central del precio del dinero es que el mercado sería “inestable”. Sin embargo, históricamente:
- Los tipos de interés en mercados libres tendían a ser más estables y predecibles.
- Los pánicos bancarios eran más limitados y se resolvían más rápidamente sin intervención.
- La información sobre el riesgo se transmitía de forma más eficiente.
- Las burbujas eran menos frecuentes y menos graves.
Un ejemplo histórico interesante es el período del patrón oro clásico (aproximadamente 1870-1914), donde los tipos de interés fluctuaban dentro de rangos estrechos y las crisis financieras, aunque existían, eran menos sistémicas y se resolvían más rápidamente.
La distopía que se auto-refuerza
Lo verdaderamente perverso de este sistema es cómo se auto-perpetúa:
- El banco central manipula el precio del dinero.
- Esto genera distorsiones y eventualmente crisis.
- Se culpa a la “falta de regulación” o al “capitalismo salvaje”.
- Se responde con más intervención y planificación central.
- Esto genera nuevas distorsiones, y el ciclo continúa.
Es el equivalente económico del pirómano que se presenta como bombero.
El caso español: un ejemplo paradigmático
España ofrece un ejemplo perfecto de este fenómeno. Tras incorporarse al euro, España pasó de tener tipos de interés que reflejaban su realidad económica a unos tipos artificialmente bajos diseñados principalmente para Alemania. El resultado:
- Una burbuja inmobiliaria de proporciones históricas
- Un sector bancario saturado de riesgo inmobiliario
- Una distorsión completa de la estructura productiva
- Una crisis devastadora cuando la burbuja estalló
Y cuando todo explotó, ¿cuál fue la narrativa oficial? “El problema fue la desregulación y la codicia de los promotores y bancos”. Convenientemente, se olvidó mencionar que fueron las regulaciones de Basilea las que incentivaron a los bancos a prestar contra garantías inmobiliarias, o que el Banco de España mantuvo tipos negativos en términos reales durante años.
Conclusión: La verdad incómoda
La verdad es incómoda: el sistema monetario actual es fundamentalmente soviético en su concepción. Un comité central planifica el precio más importante de la economía, generando distorsiones masivas que luego se utilizan como justificación para más planificación central.
Cuando las crisis inevitablemente ocurren, se culpa al “mercado libre” que nunca existió en primer lugar. Es como culpar a la gravedad por la caída de un avión que fue diseñado ignorando sus leyes.
Si realmente queremos estabilidad financiera, deberíamos considerar permitir que el precio del dinero se determine por las fuerzas del mercado, como cualquier otro precio. Sería volátil al principio, como cualquier precio que se libera después de décadas de control, pero eventualmente encontraría su nivel natural y proporcionaría la información vital que la economía necesita.
Por supuesto, esto requeriría desmantelar uno de los mayores monopolios de la historia: el monopolio sobre la emisión de dinero. Y eso es algo que los beneficiarios del sistema actual —los gobiernos, el sector financiero y los primeros receptores del nuevo dinero— resistirán con todas sus fuerzas.
Mientras tanto, seguiremos viviendo en la distopía económica donde el precio más importante es fijado por burócratas, no por el mercado, y donde cada crisis generada por esta distorsión se utiliza como justificación para más distorsiones.
La próxima vez que escuches a alguien hablar de los “fallos del mercado” en el sector financiero, pregúntale: ¿Qué mercado? Lo que tenemos es una simulación de mercado, como las “elecciones” en la antigua Unión Soviética —toda la apariencia de un proceso libre, pero con el resultado predeterminado por los que están en el poder.